FILOSOFÍA PEDAGÓGICA
Marc L. Nash

Mi filosofía personal es que la enseñanza/aprendizaje es una ruta de ambas direcciones. Continuaré aprendiendo a través de mis estudiantes para ser un profesor más efectivo y comprensivo. Mantendré en mente que soy tanto un aprendiz como un profesor. Mediante una reflexión constante sobre mis métodos de enseñanza y el monitoreo cuidadoso de actividades comunicativas y contextualizadas, seré un mejor profesor. Soy consciente de que mi filosofía personal continuará cambiando a medida que nuevas investigaciones y métodos innovadores influyan sobre mi profesión. Siento que mi filosofía debe ser flexible; al ser flexible, mantendré una diversidad de estilos de aprendizaje y de personalidad en mente. Si estuviese aferrado a mi filosofía, entonces estaría alienando ideas nuevas, las necesidades e intereses de los estudiantes y los tiempos cambiantes.

El espíritu de estos tiempos ha forzado filosofías generales sobre enseñanzas de los esencialistas que promovieron la difusión del conocimiento internacional de los clásicos y un cúmulo de conocimiento “esencial”; las enseñanzas de los reconstruccionistas que requerían que los maestros planificaran lecciones y entrenaran la mente de los estudiantes para el beneficio de la sociedad y del futuro y – finalmente – las teorías actuales de los progresistas cuya meta principal es la enseñanza enfocada en las necesidades de los estudiantes.

La filosofía progresista parece ajustarse a mi punto de vista pedagógico personal y se amolda perfectamente a mi personalidad y a mi desempeño en el aula de lengua española. Con esta filosofía, individualizo el aprendizaje, enseño informalmente, imparto una lengua auténtica y útil para actividades funcionales. Mis actividades y estrategias son comunicativas para lograr un desempeño funcional de los estudiantes del español. Así, el estudiante entenderá y será entendido por los hablantes nativos. Enseñaré una lengua funcional para situaciones reales, similar a la de los hablantes nativos en sus propios países. Estas actividades mantendrán al estudiante alerta, promoverán un ambiente relajado en el salón de clases para propiciar la expresión de sus sentimientos, intereses y necesidades. Soy consciente de que la naturaleza de una lengua extranjera crea tensión por el simple hecho de ser extranjera pero me esforzaré en propiciar un ambiente relajado y un contexto jubiloso sin sacrificar el rigor de la enseñanza.

Dado que la lengua que enseñaré será para propósitos comunicativos, los estudiantes deben contar con suficiente tiempo para adquirirla y oportunidades para experimentar con la lengua. Para mantener un filtro afectivo y promover la interacción, los estudiantes se sentarán junto a un condiscípulo o grupos pequeños dispersos en el salón de clases. Al abolir las intimidantes filas de tipo “batallón”, contaré con un espacio abierto para moverme entre los grupos y darles un insumo personal y realizar correcciones o compartir con ellos en actividades comunicativas exclusivamente en la lengua española. Este tipo de organización promueve una atmósfera positiva centrada en el estudiante mientras que el profesor asume un rol de guía o facilitador de la comunicación entre los grupos.

Dichas actividades proveerán a los estudiantes oportunidades para comunicarse activamente y ser creativos con la lengua, a la vez que mostrarán interés y curiosidad hacia el otro. Creo que los estudiantes deben tener ese sentido de pertenencia y control de su aprendizaje. Les facilitaré oportunidades para ser partícipes del mismo. Al estar involucrados en este proceso, logran un mayor aprendizaje.

Aprender una segunda lengua como adolescente o adulto es un proceso extremadamente complejo, especialmente porque los aprendientes tienen personalidades diversas, estilos de aprendizaje y preferencias particulares. Limitarse a una “ruta única” puede ser fútil y frustrante. A menudo, esta ruta ignora sus diversos estilos de aprendizaje y sus tipos de inteligencia. Aferrándome a los principios de progresivismo, adoptaré un acercamiento y unas técnicas eclécticas, humanísticas y lúdicas reteniendo lo que mejor funcione de las diversas metodologías de la profesión. Sé que mis estrategias y actividades pedagógicas serán cuidadosamente escogidas para lograr la fluidez, lo cual es mi objetivo principal. Mi didáctica, los ejemplos y la práctica comunicativa serán útiles, interactivos y adaptados a las necesidades de los aprendientes.

La fluidez será mi meta constante y usaré cada herramienta a mi disposición para ayudar a los estudiantes a alcanzarla. Para aprender la lengua, los estudiantes deben escucharla a menudo. Daré lo mejor de mí para enseñar lo más que pueda en español, manteniendo presente que a veces un poco de inglés es beneficioso para aclarar y explicar las estructuras gramaticales de mayor dificultad. Me consta que mucha lengua meta al inicio puede resultar abrumador, crea tensión, confusión y pasa por alto los estilos y estrategias de aprendizaje propios de los estudiantes. Continuaré el uso constante de la lengua española, sin asustar a los estudiantes, simplificando mi discurso, usando numerosos cognados, exagerando los gestos, utilizando muchos visuales (fotos, objetos, ilustraciones, carteles, transparencias, internet, etc.) para movilizar el conocimiento previo y retarlos con un lenguaje que vaya un poco más allá de su nivel de entendimiento.

En el nivel principiante, usaré estrategias de repetición variadas (coro, grupo y – eventualmente – voluntarios). Haré mi mejor esfuerzo para enseñar la gramática por inducción, realzando los patrones del español de manera que los estudiantes puedan deducir las reglas por sí mismos. Haré énfasis en la precisión (siendo flexible con los principiantes de manera que no se cohíban de experimentar con la lengua), especialmente en la pronunciación para reducir los errores y la fosilización de los mismos. Los estudiantes adquieren un gran sentido de superación cuando tratan de comunicar algo que los demás logran entender. La frustración sería mayor si tuviesen poco dominio de la lengua y pocas posibilidades de ser entendidos a causa de una pronunciación incomprensible. A veces, unas cuantas palabras aisladas pero bien pronunciadas les permitirán llegar a la meta.

Me gusta la diversidad, lo impredecible y la flexibilidad en mi acercamiento a la enseñanza y admiro estas cualidades en los otros. Seré un facilitador y guía del español. Cubriré temas que sean interesantes y relevantes para el estudiante, enfocados en tareas específicas, que permitan resolver problemas y minimicen la rutina. Para favorecer un ambiente alegre en el aula, presentaré juegos, canciones, videos, documentos auténticos y lecturas que provoquen la imaginación y favorezcan la disciplina. Presentaré estas estrategias de actividades funcionales para facilitar la expresión en diversas formas y niveles de formalidad. Serán – por sobre todo – personalizadas, humorísticas, realistas y auténticas. Mantendré en mente que el propósito es la fluidez, no el aprendizaje automatizado. Aprender una segunda lengua implica exponer al estudiante a una cultura diferente. Presentar una cultura auténtica, no estereotipada de diversos países hispanohablantes constituirá la constante de mi enseñanza. Los estudiantes traen ideas preconcebidas – usualmente basadas en estereotipos. Haré un esfuerzo por aclarar estas falsas concepciones sobre la cultura en cuestión. Mis estudiantes aprenderán sobre ellos mismos, sus creencias y cómo perciben el mundo. Al priorizar el aprendizaje del español, los estudiantes se acercarán a la meta de ser bilingües y más conscientes de las diferencias biculturales en las que crecieron.