Hernán Cortés

Por Marc L. Nash

Al igual que Cristόbal Colón, Hernán Cortés escribe para autoengrandecerse, aumentar su imagen y ganarse la fama en formas muy arrogantes. Una de las diferencias entre estos dos es que Cortés era mucho más astutoy gran conocedor de los códigos legales de Castilla. Cortés pertenecía a una familia hidalga con conocimientos filosóficos y literarios. Su período en Salamanca y sus 15 años como encomendador y notario público en Cuba le proveyeron la experiencia y los conocimientos literarios que no se ven en los escritos de Colón.

No cabe duda de la asombrosa capacidad que Cortés tenía para fantasear y novelar. Sus escritos vistos en sus cinco cartas de relación, no son más que pura ficción histórica magistralmente reconstruída a su antojo, al estilo cesariano. En su estancia en Cuba, Cortés soñaba con ser famoso, retirarse de la pobreza y tener grandes títulos sin ser súbdito de nadie. Cuando Velázquez lo envió a Yucatán con el objetivo de explorar y rescatar a Guerrero y a Aguilar, Cortés vio esto como esa oportunidad que quizás había estado planeando desde los primeros momentos de su llegada a Cuba: ser su propio jefe. Al llegar a Yucatán en febrero de 1519, salió victorioso en su primera batalla en Tabasco donde los indígenas le ofrecieron sus primeras riquezas y varias mujeres indígenas, entre ellas, la célebre Malinche. Esta conexión con la princesa indígena, esta heroína de valor incalculable, hizo posible la derrota/conquista de los Mexicas como intérprete, guía, consejera y amante incondicional de Cortés. Más adelante, Cortés fundó la ciudad de Villa Rica de la Veracruz, en la que se hizo conocedor como capitán y máximo representante de la corona española, desligándose así de la autoridad del gobernador de Cuba.

Al quedar roto todo vínculo con el gobernador de Cuba, Cortés - para justificar su conducta ante el emperador - redacta sus cartas en las cuales hace relación de que las tierras y sus gentes se han sometido como vasallos del imperio y de que los indígenas quieren ser amigos de él. Cortés firma sus cartas - o por lo menos la primera - con el título de capitán y a la vez remitió a la metrópoli todo el oro conseguido hasta el momento. De esta manera, se puede decir que sus cartas son más bien políticas con acciones diplomáticas donde explota muy eficazmente su conocimiento bíblico y sus ideas teológicas “donde no hay imposibles en el nombre de Dios y del emperador.”

No cabe duda de la astucia política y militar que Cortés posee. Esto lo vemos de la manera en que logró dividir a los partidarios de Velázquez, lo mismo hace en Cempoala y con los representantes de Moctezuma II. Con una gran habilidad política logró convencer a los Cempoaleses de que no pagaran tributo a Moctezuma. Así lo hicieron. A muchos de los que había tomado presos, les dió la libertad, y con esta doble política confusa, consiguió la alianza de los Cempoaleses que se sublevaron contra Moctezuma II, y quedó bien ante los ojos de los Mexicas. Es aquí donde “los dichos navíos no estaban para navegar, los eché a la costa, por donde todos perdieron la esperanza de la salir a la tierra y yo hice mi camino más seguro…” escribe Cortés. Es decir, hundió las naves rompiendo todo vínculo con Cuba y así logró evitar el escape de los españoles que quedaban.

Perdidos los navíos, Cortés tuvo noticia de la existencia del poderoso imperio Mexica, al que estaban sometidos todos los territorios de México, y decidió marcharse hacia Tenochtitlán con el propósito de someter a Moctezuma bajo su dominio. Antes de salir, Cortés logró dejar su huella al enviar a Moctezuma los embajadores con las manos cortadas y la llamada “matanza de Cholula” y parte hacia México. Sabemos que en la carta

dos, Moctezuma recibió a Cortés pacíficamente. Sin embargo, poco después Cortés lo hizo prisionero, culpándole de hacer intrigas contra los españoles, lo cual creó en Tenochtitlán una tensa situación. Ya sabemos que en 1520, Cortés se entera de Narváez en la costa de México que fue enviado por Velázquez para tomarlo preso por su rebeldía y hacerle respetar los derechos del gobernador de Cuba. Cortés salió a hacerle frente con ataques sorpresivos y logró tomar cautivo a Narváez y atrajo a su lado la mayor parte de los soldados de éste. Poco después, Cortés regresa a Tenochtitlán a enfrentarse a una rebelión de los Mexicas. Los Mexicas emprendieron un feroz ataque contra los españoles y todos esos indígenas de sus alianzas forzados a dejar Tenochtitlán en la famosa “noche triste” donde el propio Moctezuma murió a manos de su propia gente. Sin embargo, a pesar de las numerosas sufridas, Cortés, con la alianza de los Cempoales y los Tlaxcaltecas derrotó al ejército Mexica en el valle de Otumba en la primavera de 1521, dándole fin al imperio mexicano al quemar vivo a su último emperador, Cuauhtémoc.

Ahora Cortés, a pesar de sus tantas agresiones contra los nativos y sus enemigos españoles, sus tantas crueldades, y sus infinitas manipulaciones logró la fama que siempre deseaba cuando en 1522, oficialmente lo nombraron capitán general y gobernador de las tierras por él conquistadas, a las que él llamó la Nueva España. Como si esto no fuese suficiente, poco después emprendió la conquista de Honduras y Guatemala bajo el imperio español. Finalmente, fue acusado por el Consejo de Indias, de haberse apoderado de grandes riquezas, de cometer horrorosas crueldades y de provocar una situación de desorden y confusión en la Nueva España.

En las cinco históricas cartas de relación que Cortés mandó al emperador Carlos V (I de España), el capitán defendió y justificó su comportamiento y se quejó de “sus rivales y enemigos que han oscurecido los ojos de Su Majestad.” Cuando el emperador envió a Ponce de León para investigar su actuación política y administrativa, Cortés nuevamente comete otro crimen contra la corona al matar a Ponce de León (no olvidemos que también tuvo un juicio por la muerte de su esposa Catalina), por la cual Cortés fue desposeído de sus títulos y obligado a regresar a España. Teniendo la fortuna a su lado, fue recibido con grandes honores por Carlos V ya que Cortés había duplicado el imperio, que lo nombró Marqués de Oaxaca y lo confirmó oficialmente en el cargo de capitán general aunque no en el de gobernador.